jueves, 21 de abril de 2011

El río.

Corres como siempre, primero asfalto y luego hierba. Bordeando ese río.

Van sonando tus zapatillas de deporte en la tierra. Concentrada sólo en el sonido de tu respiración y el de tus pasos.

Dejas atrás los conflictos del día. Los malentendidos y la mala costumbre de ponerse a la defensiva. Va soltándose poco a poco el nudo de ansiedad que llevabas en el estómago.

Uno tras otro, paso tras paso. Notas como la sangre bombea y disfrutas del viento frío mientras tu rostro va quemando y tus músculos comienzan a doler. Un dolor muy agradable por otra parte. Te paras, mientras miras el agua y te sientes mejor que nunca

Estás ya completamente relajada.

Hasta que esa mano cubre tu boca


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