No me gusta la venganza, no me produce ningún placer ni satisfacción. Me parece una actividad estéril y potencialmente venenosa que no nos devuelve jamás lo que nos quitaron.
Sólo en ocasiones me planteo que determinadas personas deberían pasar por determinadas situaciones y sentir en su piel el peso de sus decisiones o sus actitudes, de ese absoluto desconocimiento hacia todo lo que no sean ellos mismos y su desprecio radical hacia la vida de los demás.
Es probable que de nada sirva porque tenemos tendencia a no aprender de los errores y sobre todo a culpar a los demás de nuestras miserias.
Sin embargo supongo que el mero hecho de ver a alguien "retratado" sin ánimo de brindarle un padecimiento nos facilita una pequeña reparación del daño. Una especie de justicia cósmica.
Un espejo frente a un rostro, de carne y hueso
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