Os voy a confesar queridos que más allá de mi estudiada despreocupación, en multitud de ocasiones, incluso varias veces al día me pregunto a mi misma si hago lo correcto. Lo correcto para mi, tan solo.
Me pregunto muchas veces, de vez en cuando si las cosas que hago tienen algún sentido.
Os voy a confesar que algunas veces no se lo encuentro o incluso que después de encontrárselo, lo pongo en duda y acaba por desaparecer...para después algunas veces volver a aparecer, sólo algunas veces.
Hoy puede (y sólo puede) que fuera una de estas veces. De hecho puede que aún lo sea.
En el coche la radio me entretenía más allá de mis dudas con una tertulia. Su moderador dio paso a la intervención de una colaboradora acerca de los pasos necesarios para pasar a la historia. Según ella
- Ser un héroe
- Tener una vida truculenta
-Tener talento
-Tener algo especial
-estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Otra de las colaboradoras, una historiadora especialista en biografías de personajes ilustres, fue preguntada acerca de estas premisas y soltó lo siguiente:
"lo siento pero discrepo, a los historiadores e incluso a los biógrafos nos interesan generalmente más las vidas comunes de gente corriente, con un talento medio, con un aspecto normal, que a veces está en el momento adecuado en el lugar equivocado y a veces no y que no ha hecho ni hará ninguna clase de heroicidad, ¿por qué? porque ellos no pasan a la historia: la gente corriente con vidas normales son los que HACEN la historia"
De pronto reaccioné y miré a mi alrededor, a la gente que me rodeaba, que caminaba por la acera para hacer sus recados, a las señoras que iban a hacer la compra, a las dependientas de las tiendas, a la gente tomando el café de media mañana, a los obreros que montaban un escaparate, al repartidor...
...y sentí un escalofrío,
; )
