lunes, 10 de enero de 2011

Desnuda


Nada es para mi tan seductor como su salvaje desnudez. Nada se puede comparar con el abrazo de su frescura. Nada tan perfecto como su sencillez y su olor.

Me acostumbré a que no estés y vivo bien sin ti. ¿Te extraña? fuiste casi un espejismo, sólo fue un instante, pero aún así, te lo confieso: mi tozudez me castiga y se niega a admitir que sea imposible algún día volver a verte.

Y como si fueras un diamante que encontré por casualidad, enloquezco cuando pienso qué hice mal, cómo te perdí, dónde y si realmente eras para mi o fue pura coincidencia encontrarte

VERDAD, por favor, prométemelo: aunque no tenga derecho a pedírtelo quiero volver a sentirte, aunque sólo sea de visita quiero volver a verte. Vuelve algún día por favor, aunque sea por un instante, para que pueda abrazarte.






; )

Seda.

Tendida sobre la alfombra.

Sobre la mesa decorada con esmero los platos de una cena para dos. Dos copas, una marcada por una barra de labios Música y la chimenea encendida.

Sobre el sofá está estirado con delicadeza el vestido para esta ocasión especial. Las sandalias en el suelo a un lado.

La fragancia: London. Como adorno unos diminutos pendientes con unos brillantes y un colgante en forma de lágrima, de color rosa, todavía puestos que comparten color con la lencería y el esmalte de uñas .

El pelo negro y rizado, levemente alborotado enmarcando el rostro, que refleja una expresión de inocente sorpresa y la piel de los hombros, levemente bronceada pero ahora con una lívida palidez.

Los brazos extendidos sobre la cabeza y las manos cruzadas una sobre la otra atadas suavemente con una corbata negra. Las piernas levemente separadas

Un profundo corte en el cuello y en el vientre dibujado con sangre esta inscripción que me hizo estremecer:

NO SOY QUIEN PIENSAN.
ENCUÉNTRAME.



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