martes, 21 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad


- No sé si te lo he dicho peque, pero muchísimas gracias por venir en tus vacaciones a ayudarme a decorar la tienda, eres un cielo.

- ¡Que va! ¡si no me cuesta nada! Me alegro de poder estar contigo en tus primeras Navidades. Sabes que me chifla tu tienda...¡y en realidad vengo por tu café!

- ¡Qué bicho eres!

- Oye y ¿se puede saber porqué tienes esta foto de tu ex-curro en el mostrador con el horrendo uniforme envolviendo esa figura tan hortera?

- Te lo tengo que contar, pero cállate que nos conocemos: esto no lo sabe nadie ¿ok?

- Soy una tumba, ya me conoces...

- Por eso...Bueno, te lo cuento: el décimo no lo compré, me lo regalaron...

-¿¿Qué dices??

- Esa foto me la sacaron sin darme cuenta y fue después de atender a una señora de la que no me voy a olvidar nunca. La recuerdo como si fuera ayer, bueno de hecho hoy sobre las nueve y media de la noche se cumplirá un año...en ese momento encenderé las luces del árbol...

- ¡Tía déjate de arbolitos que me tienes en vilo! ¡¿¿que narices...???!

- ¡¡Vale tía ya va, que pareces mi madre!!. Sabes que odiaba aquel nido de víboras pero, también tenía sus cosas buenas, aunque había gente para la que era la peor época, yo adoraba la Navidad allí. El caso es que me toco atender a una señora que traía más de quince bolsas de regalos de todo tipo...eran todos lo más alucinante que vendíamos: una casa de muñecas, aquel bolso de piel por el que había lista de espera de un año, una pluma estilográfica edición limitada...una pasada.

- ¡Al grano que me va a dar algo!

- ¡Ok, impaciente!. Aquella señora era alguien muy especial, cerca de los 70 años pero muy moderna, muy juvenil, extravagante y elegante al mismo tiempo. Tenía un encanto y un magnetismo increibles. Tanto tiempo estuve envolviéndole regalos y ella explicándome para quien era cada uno que acabamos contándonos nuestra vida, riéndonos de  anécdotas de su juventud, hablándole de mis ilusiones...Era encantadora y se despidió de mi con un gran beso, me guiñó un ojo y me dijo "Suerte mañana, Candela" con una sonrisa de oreja a oreja. Me dio mucha pena pensar que no la volvería a ver...pero quién sabe ¿no?...El caso es que cuando cerramos apareció en la mesa,  en un sobre rojo, esta foto y un tarjetón dentro escrito a mano con una letra preciosa. ¡Ni siquiera me di cuenta de que me la habían sacado!. El tarjetón lo tengo guardado en el cajón de mi mesilla de noche, junto a él estaba el décimo.

- ¿¿Tía por Dios, que ponía??

-" LOS SUEÑOS, QUERIDA CANDELA, EN OCASIONES SE CUMPLEN, NUNCA LO OLVIDES, ASÍ QUE HAZME CASO Y SIGUE SOÑANDO. QUE TENGAS UNA MUY FELIZ NAVIDAD".

P.D.: Un pajarito me dijo que tienes un sueño pendiente. Un pajarito me dijo que le falta muy poquito ; )

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