sábado, 18 de diciembre de 2010

Maldito



   Me amabas, viviríamos por siempre. Invencibles, ajenos a toda vulnerabilidad reinaríamos en la tiniebla absoluta. Rodeados de velas, sintiendo su calor, riendo mientras la música nos mece bailaríamos noche tras noche, todo se difuminaría a nuestro alrededor. Solo nosotros. Eternos e inmortales.

   Te amaba más que a mi propia vida. No necesité pensarlo, no dudé. Cerré los ojos. En un escalofrío te di mi piel, mi sangre, mi juventud, para que me la arrancaras, para que te alimentaras de ella.

   Ahora soy aquello en lo que me has convertido. Soy una sombra sin alma que vaga, que pide que le abrasen las llamas del infierno. Soy tu posesión, esclava de tu tiranía, sierva de tu reino. Soy para siempre un no muerto.

   ¡Yo te maldigo! ¡para siempre maldito! ¡y será mi herida infinita y mi último aliento quienes claven esta estaca hasta lo más profundo de tu pecho!

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